“Si no quieres aprender, no vas a aprender”, esta frase,
pronunciada por el profesor durante un debate en clase sobre motivación al
estudio y la efectividad de las medidas de coacción, ejemplifica para mi uno de
los problemas actuales del sistema educativo.
Si hemos llegado a un punto en que, afortunadamente, las
medidas de coacción no funcionan, ¿Cómo podemos hacer que los alumnos se
impliquen en la asignatura?
Los efectos de la motivación en el proceso de
enseñanza-aprendizaje han sido objeto de estudio desde disciplinas como la
psicología o la pedagogía, que consideran a la motivación como un elemento
clave en el éxito del proceso.
En el artículo “Motivación hacia el estudio y la cultura
escolar: Estado de la cuestión” [1], se establecen tres variables
motivacionales:
- Motivación intrínseca: La más investigada y hace referencia
a la voluntad del alumno por estudiar. Puede ser por interés profesional
(conseguir un buen trabajo), interés personal (estudira por satisfacción
personal) o interés escolar (sacar buenas notas).
- Motivación extrínseca: Es la que nace fuera del alumno,
puede provenir del entorno escolar, familiar… Esta motivación depende de la
anterior, sino existe una motivación intrínseca, la extrínseca es poco eficaz.
- Motivación social: Es la proporcionada por el grupo de
iguales, el desarrollo de determinadas conductas para ser admitido en un grupo.
El profesor puede contribuir a desarrollar cualquiera de
estas variables: ayudando al alumno a desarrollar procesos de motivación
intrínseca, estableciendo elementos de motivación extrínseca y creando un clima
social que motive a la implicación en la asignatura.
En la misma línea se sitúan Natacha Carolina
Febres y Danila Del Valle que en
su artículo “Motivación: pieza clave en el aula de clase” [2] definen la
motivación como como “un proceso en el que intervienen diferentes elementos y
que se inicia con la aparición de una serie de estímulos internos y externos
que hacen sentir unas necesidades, las cuales se concretan en un deseo
específico y orientan las actividades o la conducta en la dirección del logro
de unos objetivos capaces de satisfacerlas.”
En este artículo, proponen una serie de estrategias para el
empleo en niveles de educación superior, pero me parecen aplicables en otros
ámbitos educativos: Plantear retos, Utilizar conocimientos innovadores de actualidad
e interés, organizar grupos de estudio, motivar la sana competencia, utilizar
dinámicas creativas, relacionar el conocimiento estudiado con el entorno,
establecer temáticas integrales.
Relacionado con el post anterior, me parece importante destacar que la generación de pensamiento positivo también es un elemento que contribuye a la motivación
La motivación es un elemento esencial para mejorar el
rendimiento de los alumnos y es necesario trabajarla en el aula y fuera de ella.
La motivación requiere de cierto grado de individualización, por tanto, cuando
potenciamos la motivación estamos realizando tutoría.
Pd.- Durante la lectura de artículos para la elaboración de
esta entrada he leído un estudio muy interesante [3] sobre la relación entre
motivación y estilos de aprendizaje que afirma que no existe ninguna relación.
Apunto este tema como posible para futuras reflexiones.
Referencias Bibliográficas
[1] Mar, A., Estudio, H. E. L., Escolar, L. A. C., &
Cuesti, E. D. E. L. A. (2006). Motivación hacia el estudio y la cultura escolar
: Estado de la cuestión.
Pensamiento,
2(006), 87-101. Recuperado
de
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/801/80100608.pdf
[19-03-2012]